El concejo municipal de Kamikatsu, situado en el distrito de Tokushima de la isla de Shikoku, en el sudoeste de Japón, se ha situado en la vanguardia del reciclaje en el mundo con una política revolucionaria: pretende eliminar totalmente los residuos para 2020. Desde 2002, cada vecino convierte su basura orgánica en abono y separa el resto en 44 categorías. Todo en sus propias casas, sustituyendo los camiones de basura y los contenedores por un único centro de entrega, la Academia Cero Residuos. Allí depositan su basura y aprenden a reciclar. Desde cómo separar las etiquetas de los envases a vaciar el líquido contaminante del motor de un coche. Para incentivarles se les regalan billetes de lotería y bonos de compra de alimentos. Desde el 19 de Septiembre de 2003, además, renunció a la continua dependencia de Japón de las tecnologías sucias para lidiar con el problema de sus residuos adoptando la primera Declaración de Residuo Cero del país, que apunta a eliminar la necesidad de utilizar incineradores y rellenos sanitarios y de llevar a las comunidades del pueblo hacia sistemas seguros y sustentables para el manejo de materiales descartados.
Titulada la “Declaración de Basura Cero del Pueblo Kamikatsu”, la política establece que “para dejar un legado de aire puro, agua agradable, y tierra fértil a los niños de la posteridad, el pueblo de Kamikatsu abrogará la incineración de residuos y los rellenos sanitarios para el año 2020 para lograr el residuo cero.” Ninguna municipalidad de Japón ha adoptado este tipo de política, lo que la convierte en una victoria sin precedentes para los activistas de residuos, en la que se considera la capital de la incineración en el mundo. En Japón opera una cantidad de incineradores de residuos mayor que en cualquier otro país del mundo hoy.
Todo comenzó en 2001, cuando un incinerador de basura, instalado en el pueblo en 1998, no pudo cumplir los niveles de control de dioxinas. El entonces alcalde decidió cerrarlo y, al darse cuenta de que el reciclado total costaba lo mismo o menos que la combustión, convenció al municipio para que adoptara el Proyecto Cero Residuos. A esta iniciativa pionera se sumó en marzo la de Oki, otro pueblo, en la isla japonesa de Kyushu, con un objetivo a más corto plazo: 2016.
La recolección tradicional de basura no es viable económicamente en una zona montañosa con casas dispersas, según Natsuko Matsuoka, la recién jubilada directora ejecutiva de la Academia. Por ello, esa tarea recae en sus 2.000 habitantes, que transportan en vehículos los desechos a este centro. Una parada que se incluye en la ruta de la compra, para no contaminar más, como asegura Matsuoka. A las personas que no conducen, los voluntarios de Recycle Kamikatsu les retiran los residuos. A ello se suma que cada hogar cuenta con un aparato (casi todos, subvencionados) que recicla la basura orgánica y la convierte en abono, reutilizable en sus abundantes huertas. "En un primer momento, me pareció un método engorroso, pero ya forma parte de mi rutina. Saber que los residuos que genero se reutilizan adecuadamente me motiva a respetar los consejos de clasificación", asegura Keiko Akiyama, de 45 años, madre y ama de casa.
Así, desde 2004 Kamikatsu ha reducido a la mitad la basura eliminada por combustión y elevado hasta el 90% los desechos reciclados, frente al 13% de media nacional en Japón. Y ello, a pesar de ser un país que entrega manuales de 30 páginas para explicar cómo separar correctamente los desechos, y en el que las botellas se tiran sin etiquetas, los briks, enjuagados, y la ropa, lavada y seca, se introduce en contenedores de ropa usada.
Adoptando la política, Kamikatsu abraza el enfoque de basura Cero, una práctica ya aceptada en muchas ciudades y municipalidades de Australia, Nueva Zelanda, Canadá, los Estados Unidos e incluso en países en desarrollo. Basura Cero busca eliminar los residuos, reducir la cantidad y toxicidad de los materiales utilizados, y promover la reutilización, el reciclaje o compostaje de los materiales descartados.
“La Declaración de Basura Cero de Kamikatsu representa esperanza y renovación para cada comunidad que lucha contra los incineradores y otras tecnologías sucias en Japón y en otras partes. Es importante que cualquier declaración que apunte a alcanzar el residuo cero tenga una fecha límite clara, como la visión de Kamikatsu para el año 2020. La fecha límite asegura que las leyes y ordenanzas que obliguen a los fabricantes a hacerse responsables por recuperar sus productos, junto con las mejoras en los sistemas de reciclaje existentes, serán implementadas en su efecto máximo,” dijo Junichi Sato, coordinador de la campaña de tóxicos de Greenpeace Japón.
Kamikatsu quiere extender esta práctica a todo Japón. Si esta labor de reciclado lleva a un cambio de hábitos de los consumidores, la de reducción de los desechos exige, afirman los ecologistas, un giro sustancial en la elección de los bienes a comprar y en la producción empresarial. Se trata, en suma, de reducir la basura. Kamikatsu renunció a las subvenciones estatales para levantar dos nuevas plantas incineradoras. Los ecologistas opinan que la iniciativa es encomiable, especialmente en un país que, aunque es considerado el paraíso del reciclaje, todavía incinera el 80% de la basura.Japón posee la dudosa distinción de tener los mayores niveles de dioxinas en el ambiente, probablemente una consecuencia de las insensatas políticas de quema del gobierno.
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