
Titulada la “Declaración de Basura Cero del Pueblo Kamikatsu”, la política establece que “para dejar un legado de aire puro, agua agradable, y tierra fértil a los niños de la posteridad, el pueblo de Kamikatsu abrogará la incineración de residuos y los rellenos sanitarios para el año 2020 para lograr el residuo cero.” Ninguna municipalidad de Japón ha adoptado este tipo de política, lo que la convierte en una victoria sin precedentes para los activistas de residuos, en la que se considera la capital de la incineración en el mundo. En Japón opera una cantidad de incineradores de residuos mayor que en cualquier otro país del mundo hoy.
Todo comenzó en 2001, cuando un incinerador de basura, instalado en el pueblo en 1998, no pudo cumplir los niveles de control de dioxinas. El entonces alcalde decidió cerrarlo y, al darse cuenta de que el reciclado total costaba lo mismo o menos que la combustión, convenció al municipio para que adoptara el Proyecto Cero Residuos. A esta iniciativa pionera se sumó en marzo la de Oki, otro pueblo, en la isla japonesa de Kyushu, con un objetivo a más corto plazo: 2016.

Así, desde 2004 Kamikatsu ha reducido a la mitad la basura eliminada por combustión y elevado hasta el 90% los desechos reciclados, frente al 13% de media nacional en Japón. Y ello, a pesar de ser un país que entrega manuales de 30 páginas para explicar cómo separar correctamente los desechos, y en el que las botellas se tiran sin etiquetas, los briks, enjuagados, y la ropa, lavada y seca, se introduce en contenedores de ropa usada.
Adoptando la política, Kamikatsu abraza el enfoque de basura Cero, una práctica ya aceptada en muchas ciudades y municipalidades de Australia, Nueva Zelanda, Canadá, los Estados Unidos e incluso en países en desarrollo. Basura Cero busca eliminar los residuos, reducir la cantidad y toxicidad de los materiales utilizados, y promover la reutilización, el reciclaje o compostaje de los materiales descartados.
“La Declaración de Basura Cero de Kamikatsu representa esperanza y renovación para cada comunidad que lucha contra los incineradores y otras tecnologías sucias en Japón y en otras partes. Es importante que cualquier declaración que apunte a alcanzar el residuo cero tenga una fecha límite clara, como la visión de Kamikatsu para el año 2020. La fecha límite asegura que las leyes y ordenanzas que obliguen a los fabricantes a hacerse responsables por recuperar sus productos, junto con las mejoras en los sistemas de reciclaje existentes, serán implementadas en su efecto máximo,” dijo Junichi Sato, coordinador de la campaña de tóxicos de Greenpeace Japón.
Kamikatsu quiere extender esta práctica a todo Japón. Si esta labor de reciclado lleva a un cambio de hábitos de los consumidores, la de reducción de los desechos exige, afirman los ecologistas, un giro sustancial en la elección de los bienes a comprar y en la producción empresarial. Se trata, en suma, de reducir la basura. Kamikatsu renunció a las subvenciones estatales para levantar dos nuevas plantas incineradoras. Los ecologistas opinan que la iniciativa es encomiable, especialmente en un país que, aunque es considerado el paraíso del reciclaje, todavía incinera el 80% de la basura.Japón posee la dudosa distinción de tener los mayores niveles de dioxinas en el ambiente, probablemente una consecuencia de las insensatas políticas de quema del gobierno.